Mientras la ciudadanía asiste ante los avances de la inteligencia artificial entre el entusiasmo y el miedo a partes iguales, lo que no queda duda es que a la vuelta de pocos años esta innovación tecnológica va a cambiar nuestro mundo de una manera inevitable.
Que si será para bien o para mal, no se sabe. Pero que cambiará no hay duda y, eso sí, como con todo cambio, muchos quedarán por el camino y otros encontrarán en la nueva corriente una manera de seguir en la brecha.
Lejos de los juegos de artificio que pueden significar la creación de fotos o videos realistas, la IA se nos está descubriendo como una auténtica maquinaria de pensar de manera independiente que es capaz de sacar sus propias conclusiones y tomar las decisiones oportunas con tal de perseguir un fin concreto. Se me viene a la cabeza la habilidad de interpretar escenas de video a tiempo real demostrada por OpenAI hace unos días y que formará parte de Chat GPT Pro; habilidad que permitirá analizar realidades y tomar decisiones avanzadas y complejas que nos ponen ante una nueva perspectiva.
Para los que no sabéis de lo que hablo, simplemente os comento que grabando un video de los lomos de un montón de libros que tengamos en nuestra biblioteca, le podemos pedir que nos recomiende otro libro similar digno de estar en la estantería o que opine sobre cada uno de ellos. Y esto es sólo un ejemplo que pronto encontrará aplicaciones en el día a día que nos hará alucinar.
( Por ejemplo, se me ocurre mostrarle lo que tenemos en nuestra nevera y que nos recomiende una receta. Seguro que lo haría ).
La cada vez más que evidente sustitución de los humanos en los trabajos de carácter informático son una realidad, con Microsoft y Amazon liderando el ranking de sandría laboral, parece ser el comienzo de algo revolucionario y que, como ocurre con todo cambio radical, de futuro incierto e inasible.
Y aquí es donde viene mi opinión personal sobre el asunto. Para mi sorpresa me encuentro con toda una corriente de bienpensantes que se imaginan la época futura como una maravillosa utopía donde todos podremos dedicarnos a perfeccionar nuestra técnica de golf mientras los robots se dedican a hacer que el mundo funcione. Incluso el propio Sam Altman ha puesto en marcha un experimento social para ver las consecuencias de darle una paga vitalicia a miles de personas a cambio de nada, y los resultados han sido realmente desalentadores.
Personalmente creo que el ser humano no está diseñado para estos experimentos buenistas. Lo más lógico sería pensar que el beneficio del trabajo que hará la IA irá a parar a muy pocas manos. Por lo que no tardaremos en ver resucitar un ludismo como aquel que saltó a las calles hará cosa de siglo y medio; y me refiero a la revuelta violenta por parte de los operarios de algunos talleres cuando comenzaron a instalarse las primeras máquinas textiles. Hubo muertos, eh.
Por otro lado resultará falsamente anestesiante la avalancha reguladora de algunos políticos ( Veánse los europeos, campeones en estas lides ), pero cuya labor será poco o nada fructuosa si tenemos en cuenta que otras naciones ( veáse China ) se van a limitar a ir por libre y sin cortapisas en este terreno.
Vienen tiempos nuevos y no es recomendable perderles el ritmo para no quedarse fuera de juego.
Ahora bien, eso sí: No conviene olvidar que todo tiene dueño, y que, para nuestra desgracia, no solemos ser nosotros.